La digitalización forzosa que ya no podemos parar
Durante los últimos meses hemos visto como la digitalización de muchos de negocios se ha acelerado de forma precipitada. Pequeños comercios que han empezado a vender por Internet, utilizando redes como Whatsapp, Instagram o mediante plataformas de comercio electrónico de todo tipo. Por ejemplo, Instagram lanzó Food Orders en abril, un nuevo servicio que permite pedir comida a domicilio sin salir de la red social, Facebook está trabajando en Shops, un ecommerce sencillo integrado en Facebook a través del que los usuarios podrán comprar y Google ha posibilitado que todos los negocios que quieran puedan formar parte de Shopping sin tener que crear una campaña vía Google Ads.
Por otro lado, hay empresas que han activado herramientas y protocolos para poder facilitar el teletrabajo que, según un estudio de la EAE Business School, la crisis del coronavirus ha impulsado del 4% al 88%. Las empresas han subido sus archivos en la nube, han activado herramientas de control de tiempo, de gestión de proyectos, de acceso remoto, de vídeo llamadas... Profesionales de todos los sectores han comenzado a dar clases por Internet (gimnasios, cocineros, profesores de música, de idiomas, de baile ...). Centros de enseñanza que han tenido que pasar de las aulas al online de la noche a la mañana, desde primaria hasta las universidades, y restaurantes que han tenido que ofrecer comida para llevar y pedidos online han añadido el servicio a domicilio en tiempo récord. Y eso sólo son algunos de los cientos de ejemplos de digitalización que ha producido la crisis.
Este proceso de adaptación no sólo se ha llevado a cabo a nivel de empresa, sino que la mayoría de nosotros también hemos tenido que hacer cambios importantes en nuestros hábitos digitales. Así pues, nos hemos iniciado en las compras por Internet, en el e-learning, el teletrabajo, en las App de entrenamiento personal, las redes sociales o el vídeo en streaming, trasladando al entorno digital tareas que normalmente hacíamos de modo offline o analógica, como ir de compras, reunirnos o estudiar, entre otras muchas. Estos cambios, que hubieran tardado años en desarrollarse, se han llevado a cabo en poco más de 9 semanas, y hay muchos que han venido para quedarse.
Ahora ya nos encontramos de lleno en la desescalada y parece que pronto entraremos en la nueva "normalidad". Esto significa que muchas de las iniciativas de digitalización que se han iniciado, no llegarán a madurar, y es probable que otras caigan en el olvido. Aun así, otras generarán cambios importantes en las empresas, que las intentarán integrar en el funcionamiento del día a día, y otras se consolidarán, convirtiéndose en una parte fundamental del funcionamiento y la estructura de la empresa.
En general, los cambios que nos impone una situación de crisis como la actual no son buenos, son obligatorios, precipitados, imprevistos y traumáticos, pero ahora los tenemos que aprovechar. Del mismo modo que muchos de nosotros seguiremos comprando por Internet, porque nos resultará cómodo, a pesar de estar las tiendas abiertas, muchas empresas seguirán incluyendo el teletrabajo dentro de la rutina laboral, seguirán las clases online y en general, la digitalización de procesos aumentará.
Por lo tanto, es el momento de aprovechar y no volver atrás. Si tienes un comercio, facilita que tus clientes puedan ver tus productos en Instagram, Facebook o por Whatsapp y que puedan hacerte un pedido o contactar contigo dentro del entorno digital. No hacen falta grandes inversiones ni reinventar el negocio, sólo ser un poco creativo y utilizar el sentido común. Haz una video llamada y muéstrales los productos de tu tienda, como si estuvieran en ella. Envía tus productos a sus casas y permite que te paguen haciendo un Bizum. Ya que bien seguro que durante el confinamiento has realizado alguno de estos actos, ¿por qué no aplicarlos en tu negocio?
En el caso de las empresas es el momento de plantearse el teletrabajo como una opción seria, de hablarlo con el equipo, de escuchar y tener confianza. Esta crisis está sirviendo para experimentar y testear el funcionamiento de las empresas en un entorno de asistencia en remoto casi absoluto. Si funciona, ¿Por qué no seguir? ¿Por qué no permitir que parte de la plantilla pueda elegir desde dónde trabaja? Esto mejorará la calidad de vida del equipo de trabajo, facilitará la conciliación familiar y evitará desplazamientos innecesarios, con los consecuentes beneficios para el medio ambiente y de ahorro de tiempo y dinero.
Comprar, estudiar, reunirse, reservar, trabajar, entrenarse ... Hay muchas áreas donde la digitalización aporta eficiencia, ayuda a mejorar la competitividad de las empresas y a ahorrar tiempo y dinero a los usuarios. Desgraciadamente la crisis actual nos ha servido para confirmarlo, pero también es una oportunidad que hay que aprovechar y ahora no toca dar un paso atrás.